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Día de la madre

Oct 2021

Día de la madre

La celebración del Día de la Madre, que en la Argentina ocurre cada tercer domingo de octubre, nos da la oportunidad de revisar aquel dicho, que nos remite a una concepción antigua de la maternidad. ¿Cómo es eso? ¿Hay más de una forma de concebir la maternidad? Pues claro. Hasta no hace tanto tiempo se consideraba madre a la madre biológica, tanto que se popularizó mencionar a las madres adoptantes como “madres del corazón”.
Hoy pensamos en la maternidad también desde la función. Entonces, importan no solo la gestación y los cuidados vitales e imprescindibles sino el ejercicio que implica maternar. Hablamos de alimentación, abrigo, protección del peligro, claro. Sin embargo, maternar es algo más profundo, en donde está involucrado el amor, el brindar seguridad, apoyo, cariño, límites y todo lo que necesita esa persona chiquita para un desarrollo pleno y feliz. Es allí donde entran personas que junto con esas funciones vitales dan amor, incondicionalidad y comprensión.
Maternar es darle la leche a la mañana, pero con una sonrisa y las galletitas preferidas. Es llevarlo a vacunarse aunque no quiera y llore, y abrazarlo porque el pinchazo duele, y cómo, que en la infancia todo se ve enorme. Es mirar para otro lado cuando se pone de acuerdo con los hermanos para hacer una travesura, porque nos importa que cultiven ese vínculo. Es acompañar una pesadilla sentándose en su cama mientras pasa la angustia. Es ponerse feliz con cada uno de sus logros y ahogar un grito cuando está por caer de ese lugar al que no entendemos cómo se subió mientras vamos a rescatarlo, y todo esto aun cuando ya no está en edad de regalos en el día del niño. (Cuando son más grandes dejan de subirse a lugares físicos peligrosos, pero se caen de lugares emocionales, o ¿qué otra cosa es una pena de amor?)
También es sentir que una como madre posterga deseos, desarrollo profesional y otras actividades porque un hijo necesita de nosotras, y es hacer lugar para todo eso de algún modo, mostrándole que una mujer puede ser madre sin postergarse eternamente por eso. (O elegir la maternidad full time con alegría y sin culpas, porque ese es el deseo.)
¿Se deja de ser madre alguna vez? No lo creo. No conozco a nadie que, aún con hijos que ya volaron del nido haya dejado de pensar en ellos cuando organiza la comida familiar, cuando pasa por la librería o fantasea con vacaciones compartidas. Es más, estoy convencida de que cuando los hijos tienen hijos, el abuelazgo profundiza la maternidad en una complicidad que no tiene otro vínculo. Pero de ese tema mejor hablamos otro día.