Hace seis largos meses que no puedo disponer de mi mundo.

Hace cuatro meses que no me cambio de ropa y zapatos, que no me arreglo más que para las videollamadas, que no me peleo en el transporte público y, peor aún, hace cuatro meses que no puedo usar mis carteras.
¿Es esto un tema menor? Para mi no lo es ya que estoy acostumbrada a llevar mi mundo a cuestas.
Llevo en mi cartera todo aquello que pueda llegar a necesitar durante mis largos días.

Hola, soy Lucía. Tengo 34 años y soy contadora. Trabajo en una empresa multinacional con coquetas oficinas en Puerto Madero.
Debo reconocer que un poco extraño la oficina. Se ha hecho largo este período de aislamiento. Extraño sobre todas las cosas a mis compañeras de trabajo. Contarnos nuestras vidas, compartir los almuerzos, chusmearnos promociones y hasta repartirnos los tips de lugares lindos que vamos descubriendo.
Recuerdo su mirada de admirada cuando llegué con mi última adquisición antes de todo esto, una divina cartera de Juanita Jo Cartera Sagall
Era perfecta. Lo comentamos y se que dos me copiaron el modelo. No me importa.
Una cartera es perfecta porque podes llevar allí todo tu mundo. Billetera, maquillaje, perfume, llaves, block de notas, un libro, lapiceras, celular, tissues, anteojos de sol, alguna cosita para picar y una botellita de agua son los básicos de todas mis carteras de día.
Amo poder meter la mano y saber dónde esta cada cosa.
Extraño esa sensación de superchica que he tenido cada vez que estrené una cartera que me encantaba.
Hoy estamos viviendo tiempos muy raros y mis carteras me miran desde su ubicación de privilegio en mi placard sin entender nada.
Ya volveremos a encontrarnos y saldremos a deslumbrar. Esas son las ventajas de poder llevar tu mundo con vos.

                                                                                              Bienvenida a mi espacio,

                                                                                                        Besos, Lu!